“…extendió
las manos hasta tocar el vidrio, sabía que su imagen estaba allí, mirándolo, la
imagen lo veía a él, él no veía la imagen”.
De esta
manera José Saramago narra la experiencia de perder el sentido de la
vista de uno de sus personajes en su célebre novela Ensayo sobre la ceguera
(1995); sirviendo de reflexión sobre la dependencia súbita y la responsabilidad
que tienen los miembros de la sociedad hacia los más necesitados. El sentido de
la vista es esencial para nuestra vida moderna y sería inconcebible pensar en
una sociedad de la información en la que una mayoría de la población careciera
de esta facultad, sin vista no podríamos ni leer libros, ni ver películas y
menos consultar al instante nuestros teléfonos inteligentes. Nuestros ojos son
nuestros tesoros personales, disponibles siempre al máximo de su capacidad y
sin calentamiento previo las 24 horas todos los días y sin embargo muchos
olvidamos tener buenos hábitos para su cuidado.
La Organización Mundial de la Salud ha puesto
atención especial al tema de la salud visual y ha dividido en cuatro niveles a
las personas de acuerdo a su función visual: visión normal; discapacidad
visual moderada; discapacidad visual grave y ceguera. Sin embargo, una persona
con alguna discapacidad visual sin importar el grado entra en la categoría de
"baja visión". Según cifras de su reporte Ceguera y
discapacidad visual (OMS, agosto 2014) se estima que el mundo hay más de
285 millones de personas con discapacidad visual, de las cuales 39 millones son
ciegas y 246 millones presentan baja visión y que, el 90% de los casos se
encuentra en países de ingresos bajos. En este reporte también se
hace mención que los adultos de 50 años en adelante es el grupo que tiene
mayor incidencia de ceguera, con un 82%. La ceguera típica se ocasiona principalmente
por problemas de salud visual - miopía, hipermetropía o astigmatismo- que
no fueron corregidos a tiempo y otro alto porcentaje se debe a problemas de
cataratas. Sin embargo, se estima que la gran mayoría de los casos pueden
evitados o curados si se promueve entre toda la población los cuidados
oportunos de la vista y son adecuadas las políticas de salud que cada país
enfocadas especialmente en los grupos más necesitados o vulnerables.
Es por este motivo que se definió el segundo
jueves del mes de octubre para conmemorar el Día Mundial de la Visión y
así promover el cuidado de nuestros ojos e impulsar estrategias nacionales para
mejorar la salud visual de sus habitantes.
La salud visual se relaciona directamente con el
tema de la inclusión social y existe una tendencia internacional a crear
espacios - tanto físicos como virtuales- que no representen un
obstáculo para las personas que padecen de un problema debilidad visual o
ceguera y puedan tener condiciones para mantener y mejorar su calidad de vida.
De acuerdo a cifras del INEGI (2010) las personas con problemas de visión es el
27.2% de los 5,739, 270 mexicanos que padecen un tipo de discapacidad.
El Día Mundial de la Visión nos da el
pretexto ideal para agendar nuestra próxima visita al oftalmólogo;
promover entre los más jóvenes buenos hábitos para cuidar la vista y
reducir la brecha de inclusión de personas con cualquier grado de discapacidad
visual.
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