Un estudio señala a los contaminantes de los coches
como presuntos culpables
En pleno debate politizado sobre el corte de tráfico en Madrid por
la polución, un nuevo estudio científico asocia vivir cerca de una carretera
transitada a un mayor riesgo de sufrir demencia. Este síndrome, que destruye la
memoria y el pensamiento, es uno de los peores problemas de la salud pública
mundial: es devastador para el paciente y para sus familiares. Más de 47
millones de personas sufren ya demencia en el planeta. Y la Organización
Mundial de la Salud espera 135 millones de casos para 2050.
La contaminación de los coches podría ser una de
las múltiples causas de esta epidemia global, según el nuevo estudio,
encabezado por el investigador Hong Chen, de la agencia de salud pública de Ontario, la
provincia más poblada de Canadá. Su trabajo ha analizado durante 10 años la
salud de los 6,6 millones de personas que viven en el territorio, que incluye
las ciudades de Toronto y Ottawa. Sus resultados, preocupantes aunque no son
concluyentes, muestran que los ciudadanos que viven a menos de 50 metros de una
carretera con tráfico presentan un 7% más de riesgo de sufrir demencia que los
que viven a más de 300 metros.
Los que tienen su vivienda a entre 50 y 100
metros de una vía transitada, alertan los autores, presentan un 4% más de
riesgo. Y a entre 101 y 200 metros de distancia los científicos solo detectan
un incremento del riesgo del 2%. “Nuestro estudio sugiere que las políticas que
son efectivas para reducir la exposición a la contaminación del tráfico tienen un
beneficio potencial para la prevención de la demencia”, explica Chen. Sus
conclusiones se publican hoy en la revista médica The Lancet.
“Aunque el aumento del riesgo pueda parecer
moderado, esto se traduce en que entre el 7% y el 11% de los casos de demencia
en pacientes que viven cerca de carreteras principales son atribuibles a la
exposición al tráfico”, alertan los autores, de Canadá y Estados Unidos.
El equipo de Chen no demuestra una relación de
causa y efecto, pero señala con indicios robustos a un presunto culpable: la
exposición a largo plazo a contaminantes producidos por las emisiones de los
coches, como el dióxido de nitrógeno, que obligó la semana pasada a cortar el
tráfico de Madrid, y las partículas finas en suspensión. Los autores también
apuntan a otras sustancias tóxicas del tráfico, como las partículas ultrafinas
y los metales pesados.
Los investigadores han intentado encontrar
posibles variables de confusión, que hayan provocado un análisis incorrecto de
los resultados, pero no las han hallado. Incluso introduciendo ajustes por las
diferencias socioeconómicas por barrios, el riesgo de demencia sigue aumentando
cerca de las carreteras. El equipo de Chen, sin embargo, no ha detectado una
asociación entre el tráfico y otras dos enfermedades neurológicas: el párkinson
y la esclerosis múltiple.
“No podemos descartar la posibilidad de que el
ruido pueda explicar parcialmente la asociación que hemos observado entre la
exposición al tráfico y la demencia en Ontario”, añade Chen. Hace un año, otro
estudio independiente en Alemania vinculó el ruido de los coches y la
contaminación del aire con un deterioro cognitivo leve en las personas mayores
más expuestas. En 2015, otro trabajo en Taiwán relacionó las partículas finas en
suspensión con el alzhéimer.
“Debemos poner en marcha medidas preventivas
ahora, en lugar de tener que reaccionar dentro de décadas”, apremia la
neuropatóloga mexicana Lilian
Calderón-Garcidueñas, de la Universidad de Montana (EE UU), en un
comentario paralelo publicado en The Lancet. La contaminación del
aire, influya o no en la demencia, provoca 30.000 muertes prematuras al año en España y 520.000 en el
conjunto de la UE, según la Agencia Europea del Medio Ambiente.
“Este estudio ha identificado las carreteras y
los contaminantes del tráfico como posible factor de riesgo para la demencia,
un hallazgo que requerirá más investigación antes de extraer ninguna conclusión
firme sobre el riesgo relativo de la contaminación del aire frente a otros
factores de riesgo para sufrir demencia, como fumar, la falta de ejercicio o el
sobrepeso”, ha afirmado al portal Science Media Centre el neurocientífico David Reynolds, jefe de investigación de Alzheimer's
Research UK, una organización británica dedicada al estudio de la demencia.
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